miércoles, 21 de octubre de 2015

El libro viajero y sus historias!


Comienza el tortuoso e incierto viaje 1ª parte.

Autor:Luis Ernesto Romera



Esta mañana iba dispuesto a dejar mi primer regalo en esta nueva edición del libro viajero: "Los girasoles ciegos", un buen libro. Tomé mis precauciones, cuidando de montar en un vagón del tren, donde no hubiese un guardia cerca.
Bien, me subo en el vagón de en medio y busco un asiento vacío, que encuentro rápidamente pues no había demasiado público a esas hora de la mañana.

Lo dejé caer, como quien no quiere la cosa sobre el primer lugar que ví libre y procedí a sentarme una filas más atrás. Cuando cámara de fotos en mano, me proponía a tomar la foto de despedida y antes que el tren saliera de la estación, un inoportuno encuentro...

-Hola, ¿Qué haces tú aquí a estas horas? --pregunta un amigo que se sube en el último momento--
-Ah, hola, ¡qué sorpresa! Nada, voy a Benalmádena, a cuatro estaciones de aquí --respondo sin dar más explicaciones, al tiempo que escondo de la vista la cámara--
-Pues yo subo normalmente en el anterior tren, pero me quedé dormido y aquí estoy que llego tarde al trabajo.
-¿Vas lejos?
-Si, voy a la última estación
-Vaya, que bien.. --respondo mientras pienso: ¡Qué mal!--

Entablamos conversación, él me habla de su trabajo, yo no, pues se que él conoce bien donde trabajo y temiendo que me preguntase a qué razón se debía que me dirigíera en esa dirección, cuando yo trabajo en Fuengirola. Por ello procuro preguntar sobre sus cosas, intentando que se explayara.
Sigo atentamente sus explicaciones, escondiendo la desgana, mientras mi vista se dirige hacia los asientos donde había dejado caer el libro. En ese momento habían tomado asiento un grupo de estudiantes, quienes charlaban alegremente de sus cosas. Vaya, no me di cuenta quien de ellos encontró el libro. --pensé-- mientras mi inoportuno amigo no paraba de hablar y preguntar.

Cuando el tren se aproximaba a la estación en la que debía bajar, se acerca un joven con el libro en la mano y me dice:
-Creo que esto es suyo --al tiempo que me entrega intacto el volumen--
-Ah, vaya, es verdad --dije mirando hacia un lado y otro, aparentando buscarlo--
-Se le debío caer
-Es posible. Que despistado soy. Gracias
Así que con el libro devuelto en mano, me despido de mi amigo y a esperar el tren de vuelta. Preguntándome por qué he de pasar tantos apuros para hacer una buena obra...

Continuará...


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