miércoles, 28 de octubre de 2015

De charla con... María Martínez Ovejero

No sé a vosotros pero a mi siempre que empiezo un lectura me pica la curiosidad de saber quien está detrás del libro que tengo entre las manos, quién ha hecho posible con su imaginación y su pluma que me meta de lleno en una historia; que vaya a reír, llorar, sufrir, odiar e incluso amar a unos personajes.

Las redes sociales tienen de bueno sobre todo que te acercan a  gentes  que de otra manera seguramente no hubieses conocido, te dan la posibilidad de descubrir como es además del escritor,   la persona... sus miedos, sus pasiones, sus sueños, su realidad...Y hoy mientras leía "Tierras De Luz Tierras de Sombra", una historia de magia, de amor, de amistad,  tenía el placer y la suerte de poder charlar con su autora, María Martínez Ovejero.


¿Quien es María Martínez Ovejero?

Mi nombre es María Martínez Ovejero. Nací en Talavera de la Reina, Toledo, hace 28 años. Con 18 me vine a estudiar a Madrid, donde cursé Derecho en la Universidad Complutense y en la actualidad compagino la escritura con la ampliación de mis estudios, mediante un Grado en Criminología en la UDIMA.


¿Qué libros tienes en el mercado?

En enero de 2014 publiqué Recuérdame y en febrero de este año Tierras de luz, Tierras de sombra. En este momento estoy preparando la segunda edición de ambas novelas.


Si tuvieses que quedarte con uno, ¿con cuál te quedarías?

Es complicado, los dos son importantes para mí. Recuérdame comencé a escribirlo con dieciocho años, era muy jovencita y al releerlo hoy día, me doy perfecta cuenta de sus carencias. Aún así pienso que es una historia sencilla y bonita, sin más pretensiones. Tierras de luz, Tierras de sombra es una novela con un argumento mucho más elaborado, no solo porque pertenezca al género fantástico y ya de por sí se preste a dar rienda suelta a la imaginación, si no porque está más trabajada y cuidada. Me costaría decidirme, pero si tuviera que elegir, me quedaría con la segunda.


¿Con qué género te sientes más cómoda?

La primera novela que escribí era un romance de verano adolescente, con un trasfondo de misterio del pasado, la segunda es fantasía y ahora mismo estoy trabajando en otra que podría encuadrarse entre lo paranormal y la ciencia ficción. Digamos, que escribiendo, me muevo bastante. De lo que no tengo duda alguna es de que me encanta escribir para adolescente y que, de momento, no voy a abandonar la literatura de corte juvenil.


¿Qué querías ser de pequeña?

Creo que nunca, ni siquiera ahora, he tenido los pies en la tierra. De niña me pasaba la mayor parte del tiempo con un libro en las manos, así que mis “sueños” pasaban por tener poderes mágicos, a descubrir que era la Reina de un mundo perdido o una bruja que tenía como mascota un dragón. Quizás por eso nunca me gustó el derecho, ni he encontrado un camino laboral en el que me sienta realmente cómoda. Seguramente escribo porque es una manera de “realizar” mis sueños de infancia.


¿Alguien muy importante de tu infancia?

Creo que la persona más importante en mi infancia ha sido mi madre. Es con la que he pasado más tiempo y la que me enseñó a amar los libros, dándome así la oportunidad de conocer mundos maravillosos que, de otra forma, me hubiera perdido. Mucho de lo que soy se lo debo a mi madre y a los libros.


¿Un miedo?

Fracasar. Tengo pánico a fracasar cuando empiezo algo. Y con esto no quiero decir que sea una triunfadora, ni mucho menos. Me he estrellado un buen montón de veces, pero aún así sigue doliéndome como la primera vez. Supongo que soy una persona demasiado orgullosa y me cuesta sobremanera ver que no puedo conseguir algo que me he propuesto o que no es tan bueno como me hubiera gustado.


¿Un deseo?

Ahora mismo, en la etapa de mi vida en la que me encuentro y tras atravesar rachas muy convulsas, mi único deseo es tener un mínimo de tranquilidad y seguridad. Tener cerca lo que realmente me importa y disfrutar de ello, porque nunca sabes qué pasará mañana. No soy de las que pide grandes cosas a la vida.


¿Un defecto?

¿Uno solo? Tengo muchos, seguramente bastantes más que virtudes, pero pienso que uno de los que más me perjudican es lo tremendamente autocrítica que soy, muchas veces esto hace que me convierta en mi peor enemiga y es una manera bastante tonta de limitarme a mí misma.


¿Una virtud?

Pues aunque parezca contradictorio, creo que cuando sé ponerle límites, mi mayor defecto es también mi mejor virtud, y es que no me conformo con hacer algo, tengo que hacerlo bien, soy muy trabajadora y perfeccionista. Aunque, como ya he dicho, cuando no se me va de las manos.


¿Un hobby?

Sin duda alguna: la lectura. La mayor parte de los momentos más bonitos de mi vida tienen que ver con los libros. Mi infancia y los mejores recuerdos de ella están acompañados de ellos y también han marcado mi crecimiento como persona, incluso lo más importante para mí a día de hoy, llegó gracias a los libros.


¿Una comida?

Si te soy sincera, me gusta comer, disfruto de la comida y me encanta probar sabores nuevos. Es cierto que cada vez como menos carne, pero sé valorar una buena comida. Aún así no podría elegir un plato en concreto, me encanta sorprenderme.


¿Una manía?

Como no podía ser de otra manera… tenía que estar relacionada con la literatura. Soy muy maniática en lo que se refiere a los libros: no soporto que algo pueda estropearlos o dañarlos, jamás escribo en ellos, no doblo las páginas, si voy a llevarlos de un lugar a otro, los forro… Sin duda alguna, mi tesoro material más preciado, es mi biblioteca.


¿Frío o calor?

Frío, por supuesto. El calor me anula en todos los sentidos. No soy capaz de hacer nada, me muevo a cámara lenta e incluso creo que hasta me cuesta pensar.


¿Un objeto que colecciones?

¿Libros? No soy coleccionista de nada en particular. Mi pasión ha sido siempre la literatura y desde niña, cuando ahorraba o alguien quería regalarme algo, reclamaba libros, de manera que no he dedicado mucho empeño o interés a ningún otro objeto. Es cierto que me encanta la moda y adoro ir de compras, y suelo adquirir todos los meses la revista Vogue, pero no creo que se me pueda considerar ser “coleccionista” de nada.


¿Un secreto confesable o... inconfesable? 

Pero… entonces ya no sería un secreto… La verdad es que a veces me pongo dibujos animados y sigo disfrutando de ellos como una enana, eso y que me encantan lo karaokes…


¿Romántica o realista?

Soy una romántica empedernida. Desde siempre me han encantado las historias de amor, pero en la vida real soy muy realista y hasta hace bien poco muy reacia también a entregar mi corazón a alguien.


¿Una locura que harías por amor?

Creo que cuando amas de verdad, eres capaz de cualquier locura.


¿Un escritor que te encante?

No podría elegir un solo escritor, han sido muchos o, mejor dicho, todos los que han pasado por mis manos y han dejado una huella en mí, unas más profundas que otras: mi poema preferido es “Amor constante más allá de la muerte” de Quevedo, aprendí a amar la literatura con “Los Cinco” de Enyd Blyton, El viejo y el mar de Hemingway cambió mi forma de ver la vida en la adolescencia… 


¿Un escritor que no te seduzca?

He de confesar que me cuesta bastante leer a autores latinoamericanos. Cien años de soledad o Rayuela se me hicieron insoportables. Sin embargo he adorado durante años a Isabel Allende aunque, en mi opinión, ha perdido bastante de su encanto en los últimos tiempos.


¿Papel o digital?

Papel, sin duda. No solo porque el tacto o el olor de un libro es algo inigualable, sino porque, por cuestiones de salud, leer en digital me provoca migrañas y ni siquiera dispongo de lector.


¿El último libro que has leído?

Como estoy con las revisiones de mis novelas, el mío propio, pero creo que no cuenta, así que, aunque hace un tiempo que no tengo mucha disponibilidad lectora (más bien ninguna), ha sido ¿Quién dijo miedo? de Jorge Urreta para reseñar en el blog.


¿Un libro que recomiendes?

Todos, creo que todos los libros merecen su oportunidad y que cada lector tiene su libro, y cada libro, su lector.


¿Un libro que no recomendarías?

Ninguno, Me remito a la respuesta anterior. Todos somos diferentes y lo que uno encuentra detestable, puede ser un tesoro para otro.


¿Un momento del día para escribir?

Siempre he escrito de noche, porque padezco insomnio desde que tenía dieciocho años y para mí son las horas donde el silencio y el ambiente se prestan más a la introspección.


¿Y para leer?

Cualquier hora es buena para leer, si la lectura es deseada.


¿Algo que hayas escrito y tengas olvidado en un cajón?

Muchísimas cosas, pero sobre todo, pequeños poemas que escribí de adolescente y que ya me aseguraré bien de que no salgan de donde están, ya que son francamente horribles.


¿Donde quieres llegar como escritora?

Te mentiría si te dijera que escribo por y para satisfacerme a mí misma. Me encantaría que me leyeran cuantas más personas mejor, que un montón de lectores disfrutaran de mis historias, que se tradujeran a varios idiomas… ir en el metro y ver a alguien leyendo una de mis novelas…


¿Una editorial que te gustaría que te publicase?

Cuando empecé a escribir soñaba con editoriales de renombre, pero con el tiempo te das cuenta de que el mundo editorial es mucho más complicado de lo que imaginabas. Yo estoy realmente contenta con el trato que estoy recibiendo en Éride y del trabajo tan estupendo que están haciendo conmigo.


Del 1 al 10, ¿qué importancia tienen las redes sociales y los blogs en tu carrera?

Pienso que para triunfar en lo que sea, tienes que tener “algo”, no sé exactamente lo que es, o si simplemente se reduce a estar en el sitio apropiado en el momento oportuno, pero no creo que nadie que llega lejos, en cualquier ámbito, lo haga con una carencia absoluta de talento. Con esto no quiero decir que la promoción y la publicidad, y hoy las redes sociales que son las reinas en esto, no sean importantes, pero tiene que haber un producto con cierto potencial.


¿Llevas bien los elogios?

Me da mucha vergüenza que me elogien. Me ha pasado desde siempre, quizás por falta de confianza o de seguridad en mí misma, pero me cuesta reaccionar con naturalidad cuando hablan bien de mí. Aunque, a quién queremos engañar, a nadie le amarga un dulce.


¿Y las críticas?

Si son justificadas, las llevo bien, es más creo que son la manera más efectiva de aprender y corregir los errores. Ahora, si son gratuitas y con afán de dañar, desprestigiar u ofender, no me dejo pisar por nadie, tengo mucho carácter y no permito que dañen injustamente mi trabajo.


¿Crees que hay pequeños roces entre escritores?

Hay roces, pequeños, medianos y grandes, en todos los gremios, y la escritura no es una excepción.


¿Llevas una libreta para ir apuntado ideas?

Siempre llevo una libreta en el bolso, no solo para apuntar ideas, más bien para apuntarlo todo, porque soy un verdadero desastre y tiendo a olvidarme de muchas cosas.


¿Para escribir ...a mano o a ordenador?

A ordenador, a no ser que me venga la inspiración de repente y solo tenga papel y lápiz a mi alcance, considero una pérdida de tiempo escribir a mano cuando al fin todo tiene que pasar por el ordenador.


¿Algún proyecto inmediato?

Sí, tengo dos proyectos abiertos ahora mismo, el que te mencioné anteriormente, “mezcla de género paranormal y ciencia ficción” y la segunda parte de Tierras de luz, Tierras de sombra.


Dices que entre tus sueños estaba el de poseer poderes mágicos, no sé si este sueño lo has trasladado a tu novela...

Posiblemente. Creo que una de las razones por las que escribo es que, para mi, es una forma de convertir el mundo y lo que me rodea en lo que me gustaría que fuese, y ocurre igual con las vivencias. "Me hubiera gustado vivir una aventura así, como no podía, mi mente creó a Adelle y se la concedió a ella.


Y por último...¿Qué parte de ti hay en Adelle, la protagonista de Tierras de luz, tierras de sombra?

Creo que mucho del carácter de Adelle era el mío,  a su edad. La tremenda curiosidad y las ganas de aprender y descubrir, el mal genio, ese afán de pelearse contra lo que no le gusta del mundo, lo orgullosa que es...Sí, defin¡tivamente, tiene mucho de mí.


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Hay una frase que a Adelle la empuja a creer en si misma y que a mí me ha gustado especialmente...

"... estas manos poseen mucha más fuerza de la que crees. A veces solo hay que desear algo con mucha fuerza para que suceda".

y nosotros deseamos con mucha fuerza que María Martínez Ovejero coseche miles de éxitos con sus novelas y le agradecemos que nos haya dedicado su tiempo y que con sus respuestas nos haya hecho sonreír.
Gracias, María.


domingo, 25 de octubre de 2015

Reseña - "Recuérdame" de María Martínez Ovejero

Sinopsis contraportada


Un misterio yace tras los muros de hiedra y piedra de la vieja casa del acantilado. El tiempo, la muerte y el olvido silenciaron su historia. Cincuenta años después todo vuelve a cobrar vida. Un verano para alejarse de todo, un verano para conocerse, para enamorarse. Un verano que siempre recordarán.

Comentario

"Recuérdame", es la primera novela de la escritora madrileña María Ovejero, lectora voraz desde la infancia traslada su amor por los libros a Lara la protagonista femenina de su obra y de la que ella dice es la niña de sus ojos.

De lectura fácil, te atrapa desde el principio y no puedes parar de leer hasta saber que secretos guardan tanto la casa del acantilado como Lara. La casa, llama la atención de Alejandro desde su llegada al pequeño pueblo donde viven sus tíos, adonde llegó huyendo de su vida en Madrid y de una relación que todavía le hace daño. Al otro lado se encuentra Lara, jovencita descarada y muy madura para su edad, convertida en dueña de la casa  y de la que Alejandro no tardará en enamorarse. Sus continuas discusiones y el empeño de Lara porque comprenda que lo mejor para él sería alejarse antes de que le hiciese daño, marcan el inicio de la trama de esta narración, a la que todavía le quedan unas cuantas sorpresas.

Alejandro y Lara, poco a poco, irán conociendo los secretos de la tía Agueda, anterior propietaria de la casa, y se irán enamorando a pesar de que ambos saben que este amor no tiene futuro, que este amor puede ser simplemente un amor de verano, pero saben lo importante que es vivir el día a día, luchar por conseguir lo que se quiere, tener sueños y no renunciar a ellos por muy difíciles que se pongas las cosas.

"Parece como si te hubieras escapado de uno de mis libros, para conocerme".

Mientras recorres las páginas de "Recuérdame" de la mano de Alejandro su protagonista masculino, no puedes evitar sentirte dentro de la piel de cada personaje, sentir lo que ellos sienten, reír, emocionarte, llorar, no puedes parar de leer una historia que se te hará corta, no solamente por sus apenas doscientas páginas si no sobre todo porque el tiempo pasará sin que te des cuenta sintiéndote parte de la historia.

Para los que no gustéis de lecturas románticas, no temáis encontraros la típica historia de: "... y fueron felices y comieron perdices"; es una historia que bien pudiera ser real, con sus luces y sus sombras, con su sabor dulce y amargo, es una historia totalmente creíble y que os dejará una sonrisa en la boca a pesar de los secretos que vamos encontrando por el camino.

"Así que descarga la maleta de cosas vanas y llénala de sueños".

viernes, 23 de octubre de 2015

El libro viajero y sus historias

Una historia chusca, 2ªparte

Autor:Carmen Jauregui Romo

2da. parte de la historia chusca de un intento frustrado con secuencia fotográfica, o mejor dicho, esta es la historia de una tarde de suspenso con un final feliz.
Luego de la experiencia frustrante en el primer intento, decidida a no ceder ante las circunstancias, dejé pasar un día porque llevaba varias noches sin dormir trabajando en el laboratorio y, claro, mis clases y actividades regulares durante el día. El sábado decidí probar suerte en una plaza comercial de Tijuana, se llama “Plaza Río”. Es un sitio muy concurrido, especialmente en fines de semana. Es de un ambiente familiar, variopinto y tranquilo. Di una vuelta por el lugar para ubicar la mejor pista de despegue para mi libro viajero, una pista de despegue con un mirador oculto desde donde pudiera hacer la captura fotográfica del instante mágico y decir adiós a mi amigo viajero. Llegué ahí por la tarde, cuando rebosaba de gente y de los más variados sonidos: música, susurros, charlas, risas, taconeos y ruiditos de los chiquillos correteando por el lugar. Me dije: éste debe ser el lugar que mi libro ha elegido para volar y con ese pensamiento y todo el entusiasmo me dispuse a buscar el sitio perfecto para dejarlo en libertad. Compré un helado para usarlo de pretexto cuando me sentara casualmente en una banca en la que finalmente diría adiós a mi amigo viajero. Esperé a que se desocupara alguna de aquellas bancas sin respaldo para buscarnos lugar a mi libro y a mí. Se desocupó una y nos sentamos casi espalda con espalda un señor y yo, con nuestros frentes opuestos. Coloqué mi libro en el extremo de la banca cerca de mí, le tomé una foto de despedida y comí impaciente mi helado. Buscaba desde ese sitio, el mejor lugar para ocultarme con la cámara (esta vez con baterías nuevas) para esperar pacientemente a que alguien le diera alas a mi libro viajero. Visualicé el lugar perfecto y en cuanto terminé mi helado me dirigí con prisa a mi escondite, mirando por encima del hombro a ver si alguien lo recogía mientras me alejaba. Llegué al que sería mi refugio por los siguientes 40 minutos más o menos y me dispuse a esperar vigilante, siempre de pie. Ahí seguía el señor que había tomado su lugar al mismo tiempo que yo, indiferente del obsequio que tenía al alcance… si tan sólo hubiera volteado en esa dirección. Se acercó otro señor hablando por teléfono, demasiado distraído con su conversación como para percatarse que a su espalda se encontraba aquel regalo inapreciable. Se sentó en mi lugar pero mirando al frente contrario que tenía yo, de espaldas al libro que silencioso esperaba al lector indicado. Poco después llegó una pareja joven con dos niñas, la mayor solo se preocupaba por corretear por el lugar y asustar a las palomas. La menor, ávida de golosinas, compartía gustosa unos nachos que degustaban sus papás con singular entusiasmo. Se sentaron junto al libro sin siquiera percatarse de su presencia. Así transcurrieron once interminables minutos, hasta que la joven madre finalmente miró lo que todo ese tiempo había estado a su lado, lo tomó, lo miró y lo hojeó. Luego regresó a la primera página, a leer el sticker del Club de Lectura y le pasó el libro a su compañero. Éste también lo observó detenidamente, leyeron el mensaje del Libro Viajero una y otra vez, lo hojearon tanto como desearon en los 5 minutos siguientes para finalmente dejarlo nuevamente en su mismo sitio y alejarse sin una mirada de despedida. Para ese momento la banca se había desalojado por completo, bueno, solo quedaba un usuario. El libro despreciado hasta el momento en espera de un ansioso lector que quisiera emprender una aventura junto con él. No pasó un minuto cuando la banca fue ocupada por una mujer joven que revisaba mensajes en su celular, indiferente del usuario que quedaba a su espalda y casi al mismo tiempo llegó una pareja de jovencitos, comiendo algún bocadillo, demasiado abstraídos con su manjar como para detectar a nuestro protagonista. Solo permanecieron unos 5 minutos. Ya casi para retirarse descubrieron el libro y lo hojearon, no pude captar con la cámara el instante en que lo hojeaban porque una señora bastante mayor, empeñada en pasearse de ida y vuelta frente a mi cámara me lo impidió. Antes de irse ambos miraban en todas direcciones como buscando al dueño o a alguien que los estuviera vigilando, tal vez no creían que era un verdadero obsequio. El joven se levantó primero y caminó en sentido contrario a donde yo me encontraba, mirando en todas direcciones, pronto lo siguió ella, pero… el libro había sido abandonado. Inmediatamente se fueron a sentar ahí dos señoras mayores, durante 7 minutos estuvieron charlando, sentadas junto al libro y ninguna se percató de su presencia. Para ese momento tenía yo bastante tiempo de pie en el mismo lugar, la terraza de un restaurant de comida rápida, cerca de un pilar. Mi inamovilidad y mi silencio seguramente me hacían parecer parte de la arquitectura del lugar, tanto así que una paloma me eligió como blanco de sus evacuaciones, acabé con la blusa manchada de aquel producto de la necesidad biológica de esa ave. Pero volviendo al punto que nos ocupa, luego llegaron al sitio dos señoras más con dos adolescentes varones, se veían de clase media baja. Aunque la banca estaba llena, los niños se acercaron; el mayor como si estuviera siendo llamado por el libro, se dirigió a él y lo tomó inmediatamente. Lo abrió y leyó emocionado su contenido. Se le unió el hermano menor con curiosidad y luego la que parecía ser su mamá. Posteriormente ambas señoras dialogaron con las señoras mayores que estaban sentadas, al parecer preguntaron si era de ellas el libro, a lo que extrañadas respondieron negando con la cabeza y visiblemente sorprendidas, charlaron un rato, se presentaron oficialmente de mano (después de la curiosa razón que unió al improvisado conjunto) y pidieron ver también ellas el libro. Finalmente todos se retiraron en tanto que el niño mayor colocaba en una bolsa de compras su valioso hallazgo. Caminaron hacia el rumbo en que yo me encontraba y me di cuenta de que la mamá volvía a pedirle el libro al niño y siguió caminando mientras leía la presentación del Libro Viajero, lo hizo lentamente y con mucho interés mientras avanzaba por aquella concurrida plaza, indiferente del tránsito, sin mirar ni una vez el camino, absorta en la lectura mientras avanzaba con su familia. Luego fue el niño menor quien se apoderó del feliz viajero. Caminó con toda lentitud y leyó indiferente del entorno la misma dedicatoria de Libro Viajero que segundos antes leyera su madre. Yo salí de mi escondite y tomé esas fotografías a un metro de distancia sin que aquellos ensimismados lectores se percataran de mi presencia. Acto seguido me alejé con la mayor satisfacción y una sonrisa de felicidad. Mi libro viajero había emprendido el vuelo en las manos adecuadas. Misión cumplida.

El libro viajero y sus historias

Una historia chusca, 1ª parte

Autor:Carmen Jauregui Romo


Desde que vi el proyecto del Libro Viajero me enganchó. Pensé que a México le hace mucha falta este tipo de iniciativas y me encantó la idea de promocionar la lectura también de esta manera. Decidí que Tijuana, Baja California, México debía enviar libros a volar por el mundo. Quise participar y confieso que me tomó muchísimo tiempo decidir qué libro dejaría volar. Al final me declaro egoísta, celosa o de plano esclavista. No me he podido desprender de ninguno de mis libro tan queridos. Parece que la única forma de desprenderme de ellos es prestándolos, con la tonta idea de que me los devolverán; pero este no era el caso…

Decidida a no perder la oportunidad de participar en tan maravilloso proyecto, me dirigí a una librería que hay en el campus universitario para buscar el ejemplar que tendría la fortuna de volar, ya que los míos habían caído en manos de una muy celosa propietaria. Busqué y rebusqué, tenía unos títulos en mente que se me habían antojado adecuados a las exigencias que yo misma me impuse. Si se trataba de un libro viajero, seguramente muchos tipos de personas lo encontrarían en el camino y él tendría que ser interesante y accesible a la mayoría, así que decidí que debería ser corto, de lectura ligera y ameno. Descarté la poesía porque no a todos les agrada y yo deseaba que mucha gente lo leyera. Descarté los libros con texto muy descriptivo para que la lectura fuera ágil y leyéndolo el tiempo se hiciera más ligero. Decidí que un libro de lectura juvenil sería más apropiado dado que la población mexicana es predominantemente joven y los adultos “no lectores asiduos” la encontrarían tranquila. Me encontré con un inesperado inconveniente: los libros que había enlistado en mi mente no existían en esa librería y pocos de los que ahí se encontraban eran conocidos por mí. Des los libros que conocía tenían novelas históricas muy densas, libros de la talla de Los Pilares de La Tierra y cosas así, libros que a un lector novicio le habrían resultado interminables; muchos otros eran de poesía y yo había descartado ese género. También encontré muchos de superación personal y cosas esotéricas pero eso no es mi idea de promover la lectura, cuando no hay más, pues lo acepto, pero esta idea del libro viajero tenía que ser algo mejor. Por otro lado, tenían la saga de Maze Runner, de Los Juegos del Hambre y de no sé cuántas otras obras llevadas a la pantalla y sumamente populares; pero no quise ninguna de ellas porque pensé que mucha gente diría “ya la vi en el cine”, y no se sentirían motivados a leerlas. Me encontré con una terrible realidad, de los libros que restaban yo era completamente ignorante. Lo único conocido que me latía para libro viajero era Cometas en el Cielo de Khaled Hosseini, pero en el último instante me pareció muy largo. La juventud mexicana no es muy lectora que digamos, de modo que no me decidí por ese, quería que muchos de los amigos de mi libro viajero fueran jóvenes. Al final me encontré con uno del que también hicieron película pero, al menos en México no fue algo muy sonado y es el que elegí: “El dador de recuerdos” de Lois Lowry.
Coloqué el sticker del Club de Lectura: con un libro entre las manos y mi mensaje de presentación del Libro Viajero. Tomé las fotos para evidencia de nuestra mutua aventura y me despedí del libro.
Debo decir que mi día había transcurrido con la agenda muy apretada. Había escrito apresurada, minutos antes, el mensaje de presentación y compré al lado de la librería el pegamento para preparar al viajero y ya pasaban las 9pm, como verán en la fecha que pone la cámara en las fotografías. Yo estaba esperanzada a que en la cafetería del Centro Comunitario de mi Universidad hubiera tanta gente que más de alguno se interesaría por darle alas a mi libro aún a esa hora.
En la enorme cafetería coloqué al aspirante a libro viajero en uno de los módulos para depositar las charolas de comida y disponer la basura, bien visible. Me coloqué a cierta distancia de él (unos 7 metros) en un sitio estratégico para observar al posible acompañante del primer vuelo de mi libro y, cámara en mano me dispuse a esperar. No tardó en llegar un conserje del lugar, miró de reojo el libro y le echó una toalla de limpieza parcialmente encima volteando para todos lados y se alejó un poco a limpiar el piso, yo seguí esperando… cada que alguien se acercaba a dejar una charola o tirar basura, el conserje se acercaba y simulaba limpiar el piso en derredor y la gente se ahuyentaba, así pasó como con unas 15 personas. En una de esas le hablaron al conserje para algo, otro conserje se acercó y tomó la toalla de limpieza alejándose del lugar, en eso una mujer de unos cuarenta y tantos años pasó junto al libro, lo observó con detenimiento, lo volteó y leyó la contraportada y… de nuevo aparece el primer conserje y pone en ese sitio su escoba recargada mirando a la mujer, obviamente ella dejó el libro y continuó su camino sin haber visto el mensaje de presentación del libro viajero. Regresó el 2do. conserje y se llevó a la escoba vigilante. Era tan curiosa esta escena con el conserje que decidí sacar la cámara para capturar ese comportamiento. Pronto pasó una joven de unos 21 años, se interesó por el libro y lo abrió, parece que empezaba a leer, quise tomar una foto y llegaron dos señoras con una niña en brazos y me taparon por completo el campo de visión, no pude tomar la foto. Cuando me dejaron entrever el sitio, el 1er. conserje ya estaba otra vez en escena y la muchacha ya se alejaba del lugar. Al tiempo un muchacho se acercó y sin tocarlo se quedó mirándolo, quise tomar la foto cuando alargó la mano hacia él y las baterías de la cámara se acababan de descargar, de cualquier manera el celoso conserje se había acercado y esta vez ponía junto al libro su botella térmica de agua (porque el calor ha sido insoportable últimamente), el chico se despidió del libro con una mirada sobre el hombro y se alejó. Yo entre tanto había tomado el celular para usarlo de cámara emergente, no toma fotos de buena calidad pero de eso a nada… Al tiempo pasó una joven de unos 27 años, miró el libro y quiso tomarlo pero cuando volteó en mi dirección (ya semivacía la cafetería a esas horas) me descubrió en una esquina y supongo que el celular listo para disparar la ahuyentó. Decidí esconder un poco el celular entre otros libros que inevitablemente compré junto al candidato a libro viajero. El conserje celoso regresó, tomó su botella de agua y trajo otra escoba para custodiar al ansioso viajero. Otros tantos jóvenes pasaron mirando con insistencia al solitario aprendiz de viajero, pero la escoba firme custodiaba al prisionero e intimidaba a cualquier curioso. A pesar de ello pasaron 3 jóvenes, dos hombres y una mujer, se acercaron valientes al libro (superaban en número a la amenazante escoba) y lo hojearon leyeron portada y contra portada curiosos y leyeron el mensaje de presentación, el conserje se les acercó y los circundaba por todas partes, ahora descaradamente tratando de intimidarlos con su lenguaje corporal y quitando y poniendo cerca la escoba hasta que desanimados se retiraron despidiéndose con una sonrisa, estas fotografías sí las pude captar, ahí se ve el conserje con gorra y la consabida escoba. Se descargó mi celular y saqué el segundo celular para captar la escena. Después de esto se acercaron otros dos jóvenes que iban juntos, lo miraron y se alejaron sin tocarlo, uno más se acercó y lo hojeó y no se atrevió a llevárselo. El conserje ya se había tenido que retirar. Estaban cerrando la cafetería y yo me levanté, recogí al desilusionado Libro Viajero y ambos nos despedimos del lugar.
Volveré a intentarlo y les comento.

El libro viajero y sus historias!

Anécdota de mi primer libro viajero 

Autor:Israel Salazar
Les cuento la anécdota de mi primer libro viajero, como dicen aquí en México D.F; les voy a contar desde me dijo le dije y nos dijimos, o sea, desde el principio.
Ya había visto varias actividades que hacen en este grupo pero siempre las veía ya cuando estaban compartiendo los resultados, así que me apresure para poder participar en esta del libro viajero, no tengo muchos libros en físico, tal vez alrededor de 50, podrían ser mas pero he regalado algunos y otros los he prestado y no ha regresado Emoticono frown desde pequeño me decían que no prestara mis cosas porque no las iban a cuidar y tal vez por eso se me hizo algo complicado saber que libro dejar ser libre y que conozca el mundo, me decidí por Frankestein de Mary Shelley, me decidí por el porque el mounstro de Frankestein quería ser aceptado, poder tener amistad con los humanos y tener su pareja, su novia, así que decidí que era tiempo que conociera el mundo y encontrara lo que tanto busca.
Ese libro lo compre en compañía de mi madre y creí prudente que ella me acompañara a despedir nuestro libro viajero, fuimos a un parque y lo dejamos en una banca mientras a una distancia prudente observábamos lo que podría pasar, obvio no paso nada, tal vez era un lugar poco transitado, lo cambiamos a otra banca del mismo parque mientras comprábamos un chocolate caliente en la feria del mismo parque, pasaron junto a la banca una señora un poco mayo acompañada de sus dos perros falderos y ni siquiera volteo a ver la banca y se paso de largo, a los poco minutos paso una mujer de unos 20 años o tal vez menos interesada en lo que había en su pantalla del teléfono celular y tampoco se dio cuenta de nuestro amigo Frankestein, pasaron después dos chavos con la vista al frente que no se molestaron en mirar la banca, pero detrás de ellos venia una familia joven, y entre esa familia iba una niña de 6 años me aventuro a creer, los papás no se percataron del libro, pero la niña si que hasta creí que se la cabeza le iba a dar la vuelta completa, les aviso a sus padres que había algo en la banca y ellos en la prisa la ignoraron y solo la niña le dedico al libro una mirada de despedida y curiosidad, mi madre sorprendida no podía creer que la gente fuese despistada o entrada en sus cosas que se perdían de lo que había a su alrededor, recuerden que estábamos en un parque y de todas esas personas que miramos pasar, ni una sola volteo a ver no solo digamos la banca, sino las copas de los arboles, las flores, las ardillas, las aves que comían junto al césped, no existía nada de eso para esa gente, le comente las peripecias que ustedes han contado de igual manera de como sus libros viajeros tardaron en despegar, decidimos que ya teníamos que regresar y no tuvimos el valor de dejar el libro a su suerte así que fuimos por el, me olvide de comentarles que a unos 30 metros había una niña tal vez de escuela secundaria (12 - 15 años por mucho) que estaba con su cuaderno, sus hojas, y su mochila haciendo la tarea escolar, estaba tan concentrada y leyendo sus apuntes que mi madre me pregunto que porque no le dábamos a ella el libro, que se veía que a ella le gustaba leer, lo pensé 3 largos segundos y me dije que estaba bien, pero antes la sondeáramos para ver si era merecedora de tal regalo, nos acercamos a ella, la saludamos, ella un poco espantada o tal vez nerviosa al ver a dos personas extrañas dirigiéndole la palabra nos regreso el saludo, le preguntamos si le gustaba leer y nos dijo que si, su respuesta fue rápida, pero sobre todo la notamos sincera, le mostramos el libro y le explicamos la dinámica del grupo, haciéndola participe de que cuando terminara de conocer a nuestro amigo Frankestein ella lo deja seguir su viaje y así ir coleccionando amigos, le mostramos la pegatina donde viene el mail del grupo y nos retiramos, supe que fue una excelente decisión porque la chica empezó a leer el mensaje de despedida que puse con mi puño y letra en una hoja que pegue en la primera hoja del libro y pude ver que tuvo una sonrisa enorme y muy bella y no podía dejar de leer, nos alejamos y le tome una foto discreta mientras ella seguía leyendo y nos fuimos felices sabiendo que nuestro amigo estaba en buenas manos, y no nos quedo mas que ir por una nieve...
P.d. Este día fue especial al compartir algo que me gusta y saber que fue recibido de buena manera, saludos.

El libro viajero y sus historias!

El viaje tortuoso e incierto de mi libro viajero, 2ª parteAutor: Luis Ernesto Romera


El reloj de la estación marcaba las 8:20 de la mañana, justo en ese momento llegaba el tren camino Benalmádena destino Fuengirola. Tras el fracasado intento anterior, esta vez busqué un lugar más propicio. 

Escogí los asientos traseros del último vagón, donde en ese momento tan solo compartían asiento a un lado una pareja de ingleses que no se enteraban de nada, una joven escondida tras su smartphone en la siguiente fila y nadie enfrente de estos.

Decidí colocar el libro en unos asientos paralelos a las ventanas y que quedaban a la vista desde tres filas más al fondo. Tenía una panorámica directa del asiento donde se erguía orgulloso con su atractiva portada aquel magnífico ejemplar, también podía observar desde la seguridad de mi lugar a la posible lectora o lector que pudiera encontrarlo.
En eso que una joven con un libro entre la manos se acercaba. 
¡Magnífico! -pensé- Que mejor que una amante de la lectura para apreciar este magnífico regalo.

Pero la chica caminaba a paso lento, tanto que otro hombre, que parecia miembro de una cuadrilla de albañiles se le adelantó. 
Respiré aliviado cuando este pasó de largo, además iba con el teléfono en mano sin parar de hablar con no se quién, sobre no se qué. Y se sentó justo en los asientos de atrás.
Cuando la joven lectora llegó al libro estaba tan embuída en su propia lectura que no se percató de aquel otro libro que había preparado para ella. 

De repente, para sorpresa y cierta decepción de mi parte, una mano desde los asientos de detrás surgió como de la nada y se asió de aquel libro. Era el albañil del teléfono, que aún en medio de su conversación hizo lo que pudo para quedárselo. Y luego dicen que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez. ¡Maldita leyenda urbana!

Esperando quedé a que aquel hombre abriera el libro por sus primeras páginas, se fijara en la leyenda y observara con cara de sorpresa hacia a un lado y otro, pero no. El tren llegó a su destino, todos los ocupantes nos bajamos, algunos, como aquel hombre lo hizo a una velocidad, que me fue difícil seguir y ya solo fuera de la estación a lo lejos me pareció ver que lo hojeaba.

En fin, queda soñar esperanzado que aquel joven de obrera apariencia, tenga a bien seguir las instrucciones y tengamos alguna buena noticia. 
Huelga decir que en la vorágine del viaje, y la tensión, olvidé hacer la correspondiente foto y por tanto el último recuerdo de mis "Girasoles ciegos" .
Mañana vuelvo con la intrigante historia de su compañero "El niño del pijama de rayas", abandonado en un parque" .

miércoles, 21 de octubre de 2015

El libro viajero y sus historias!


Comienza el tortuoso e incierto viaje 1ª parte.

Autor:Luis Ernesto Romera



Esta mañana iba dispuesto a dejar mi primer regalo en esta nueva edición del libro viajero: "Los girasoles ciegos", un buen libro. Tomé mis precauciones, cuidando de montar en un vagón del tren, donde no hubiese un guardia cerca.
Bien, me subo en el vagón de en medio y busco un asiento vacío, que encuentro rápidamente pues no había demasiado público a esas hora de la mañana.

Lo dejé caer, como quien no quiere la cosa sobre el primer lugar que ví libre y procedí a sentarme una filas más atrás. Cuando cámara de fotos en mano, me proponía a tomar la foto de despedida y antes que el tren saliera de la estación, un inoportuno encuentro...

-Hola, ¿Qué haces tú aquí a estas horas? --pregunta un amigo que se sube en el último momento--
-Ah, hola, ¡qué sorpresa! Nada, voy a Benalmádena, a cuatro estaciones de aquí --respondo sin dar más explicaciones, al tiempo que escondo de la vista la cámara--
-Pues yo subo normalmente en el anterior tren, pero me quedé dormido y aquí estoy que llego tarde al trabajo.
-¿Vas lejos?
-Si, voy a la última estación
-Vaya, que bien.. --respondo mientras pienso: ¡Qué mal!--

Entablamos conversación, él me habla de su trabajo, yo no, pues se que él conoce bien donde trabajo y temiendo que me preguntase a qué razón se debía que me dirigíera en esa dirección, cuando yo trabajo en Fuengirola. Por ello procuro preguntar sobre sus cosas, intentando que se explayara.
Sigo atentamente sus explicaciones, escondiendo la desgana, mientras mi vista se dirige hacia los asientos donde había dejado caer el libro. En ese momento habían tomado asiento un grupo de estudiantes, quienes charlaban alegremente de sus cosas. Vaya, no me di cuenta quien de ellos encontró el libro. --pensé-- mientras mi inoportuno amigo no paraba de hablar y preguntar.

Cuando el tren se aproximaba a la estación en la que debía bajar, se acerca un joven con el libro en la mano y me dice:
-Creo que esto es suyo --al tiempo que me entrega intacto el volumen--
-Ah, vaya, es verdad --dije mirando hacia un lado y otro, aparentando buscarlo--
-Se le debío caer
-Es posible. Que despistado soy. Gracias
Así que con el libro devuelto en mano, me despido de mi amigo y a esperar el tren de vuelta. Preguntándome por qué he de pasar tantos apuros para hacer una buena obra...

Continuará...


El libro viajero del club de lectura:con un libro entre las mano





Cuando el club propone algo siempre me emociona que los amigos participen y respondan,  pero esta actividad me gusta por encima de cualquier otra, no solo porque sé lo mucho que nos cuesta desprendernos de uno de nuestros amados libros si no también por la ilusión, la entrega, la esperanza que genera el dejar ese libro en un lugar público y que otras personas puedan disfrutarlo.
Leer las historias que hay detrás de ese, quizá a ojos de un no lector,  pequeño gesto de dejar el libro me pone la piel de gallina y yo que soy muy ñoña, más de una vez me he puesto a llorar mientras las leía.
Un parque, la escalera de casa, un hospital, una estación de tren o metro, un aeropuerto de París...cualquier sitio puede ser bueno para que un miembro de esta gran familia deje volar uno de sus libros viajeros junto con la ilusión y la esperanza de que se vaya a casa de alguien que después de leerlo le deje seguir camino, le deje volar de nuevo!!!
La ilusión de los preparativos, del colocar la pegatina y el texto, el miedo a dejarlo solo, pronto se transforma, casi siempre, en silencio por parte de los que lo recogen pero no dan señales de que nuestro amigo viajero cumpla  sus expectativas y sueños de libertad recorriendo mundo de mano en mano, de lector en lector, y con ese silencio llega la desazón y desanimo, el pensar que nuestros libros se quedarán ahí olvidados en un cajón, en la oscuridad y sin cumplir su meta!!
Pero me gustaría para alejar esa sensación de vacio, y lo haré a lo largo de los días, compartir las historias que nos hicieron llegar los amigos viajeros mientras esperaban con el corazón en vilo que sus ·niños· los libros, fuesen adoptados por otras manos lectoras!!!